A propósito de "La función de la marea": una conversación con Silvia Dabul
En La función de la marea -el último libro de Silvia aun inédito- el lenguaje de un modo radical se expande en una dirección inasible.
ENTREVISTAS
Joaquín Montico Dipaul
5/22/20226 min read
Por: Joaquín Montico Dipaul
Ingeniero White, 1991. Su primer libro se llama Obras completas I - Poliestileno. Escribió papers para revistas académicas, artículos de crítica literaria para Infobae, Estación Libro y medios independientes. Dicta talleres de lectura y escritura. Tiene un Máster en Escritura Creativa por la Universidad Tres de Febrero. Forma parte del equipo de Revista Giros.


En la solapa de Cultivo de especias, un poemario de 2011 publicado por Ediciones en danza, lo que se dice luego del lugar y fecha de nacimiento es que Silvia Dabul es pianista. Como yo la leo y la escucho leerse en nuestros cursos de la Maestría de la UNTREF, diré que es poeta y también pianista. Pero como en verdad no sé qué es ser poeta ni sé de métricas, ni mucho menos de historia literaria, por tanto a continuación, hay dos piezas: una pequeña indagación sobre sus poemas y una entrevista, ambos textos pegados con saliva son igual de caprichosos. Vamos.
Los dos libros de Silvia que leí están ordenados en tres partes que responden a distintas necesidades. Cultivo de especias contiene Cruz de piedra (primera parte del libro), que hace referencia a un paraje en el campo mendocino donde la escritora pasó “largas temporadas” en su niñez. Allí una voz suave nos lleva de la mano a recorrer ausencias tan poderosas como el nombre del paraje. Treinta y tres veces los viejos/despliegan sus alas/y se les vuela una música. Fin de análisis (segunda parte) coincide en su escritura con un breve período anterior a la culminación de la práctica psicoanalítica. Los poemas son “gajos de ese ejercicio a veces lacerante, a veces gélido”. Por su parte Estrategia de vigías (tercera) postula un problema o mejor dicho el verdadero problema de los estetas: la imposibilidad de crear. Ya ha sido planteado varias veces y siempre resultó, como mínimo, eficaz. Kafka en sus Diarios, las Peripecias del no de Chitarroni, La novela luminosa de Levrero o la lucha de Knausgard en torno a miles de páginas. No se puede crear. O no se puede crear lo que se quiere crear. Es imposible. Y esa imposibilidad habilita la reflexión -independientemente de la forma: diario, cuaderno, poema, texto. Y por suerte, para nosotros, hay registro. Dabul, o una parte de ella, (¿será su muñeca?) se inscribe en esta tradición a partir de la imposibilidad y búsqueda creativa con la excusa de otra imposibilidad: la de un amor interrumpido y roto (como la inspiración).
Diario día 30 Lo que estaba comprimido se despliega y expande. El tema a desarrollar en la fuga es el oxígeno. Hay una necesidad de apertura, despliegue, expansión. Como las palabras no alcanzan, la única posibilidad es fugarse en el aire, el aire que contiene, entre otros gases, oxígeno: garante de la vida humana y de la corrosión definitiva. Aunque también potenciador del fuego que todo lo vuelve cenizas. Corrosión vital y contextual. En una charla por mail Silvia me comentó acerca del procedimiento de este segmento del libro. “El Diario de fuga lo escribí hace mucho, mientras ensayaba un espectáculo sobre El arte de la fuga de Bach. Toma de ahí cierta terminología técnica de la forma fuga, como "sujeto y contrasujeto" y obviamente el sentido doble de la fuga como forma musical y como huida. Cada día que volvía del ensayo registraba mis impresiones y así se fue armando. La parte central, Invenciones a dos voces es un experimento que hice también a partir de una forma de Bach (hay a dos y tres voces), en donde intento que cada voz se pueda leer independiente o a veces interactuando con la otra” En una de las voces del poema "Blanca" leemos:
Quiso ser granada
trayectoria
líquido dulce y
semillas
translúcidas
pero no calculó el desvío
ni la rotura
de la piel
durante
la caída
En la poesía de Silvia Dabul el lenguaje hace un camino aéreo con cierta emanación de autonomía, de inutilidad, de ruptura vectorial causa-efecto. Porque se plasma lo que nos enseñó Montalbetti: decir poquísimo, decir lo mínimo / que uno puede decir, /eso es lo que nos permite decir algo.
—¿Qué poema cuento y/o novela y/o ensayo te hubiese gustado escribir? ¿Por qué?
Un soplo de vida de Clarice Lispector. Tal vez porque no es un cuento, ni una novela ni un ensayo. Siento una atracción especial por la hibridez, lo inclasificable, por las formas que aparecen cuando el género queda atrás.
—¿Cuál/cuáles es/son tus influencias más directas? En otras palabras, a quién le choreás.
Supongo que todo lo que recibimos es una influencia, pero si tengo que elegir una que me marcó mucho, se trata la de un músico, compositor y pianista genial, Gerardo Gandini. Su manera de tratar los materiales ha influido mucho en mi forma de escribir. Él podía tomar cualquier idea (de cualquier género, un tango, Mozart, Fito Páez, lo que sea) y desarrollarla improvisando, también filtrar, superponer, limpiar o ensuciar a partir de las creaciones de otros o de las propias, componiendo en un estilo único e inimitable. Para mí escribir es componer, pero prefiero hacerlo con palabras más que con sonidos.
—¿Y las indirectas?
Cualquier cosa que lea, desde una receta de cocina hasta un prospecto de remedio pueden traer una idea. Te respondo aquí la segunda pregunta que hiciste recién: a veces robo frases que escucho, o frases que leo en libros insólitos, por ejemplo “rescatar la perla de gran precio del océano de la sustancia” lo copié textual de un libro viejísimo sobre masonería.
—¿Qué te llevó a escribir y publicar tus libros?
Leer me llevó a escribir, definitivamente. A publicar, supongo que el deseo de compartir. Cuando era chiquita tocaba el piano y me imaginaba a mis parientes escuchando y llorando de emoción. Tocaba bastante mal entonces, pero tenía esa fantasía. Ese deseo infantil de despertar una emoción en otra persona está intacto.
—¿Qué te impulsa a escribir?
La necesidad de encontrarme en un lugar al que no llego de otro modo.
—¿Qué te lo impide?
Los problemas que irrumpen en la vida cotidiana y hay que solucionar urgente.
—¿Es siempre igual tu proceso creativo? ¿Podrías definirlo en etapas?
Es bastante parecido, sí. Con resultados diferentes. La primera etapa es de recolección del material con el que voy a trabajar. Juntar los ingredientes para la torta, la lana para el tapiz, la piedra, la masa, como quieras llamarle. No soy una persona muy “inspirada”, más bien soy eso: recolectora y obrera de la construcción. Cuando tengo el material grueso comienza la etapa de elaboración, que en general consiste en armar el objeto y luego ir despojándolo. Lo observo un buen tiempo, solo después de ese tiempo sé si queda o se va. Todo el proceso es lento y largo. Soy una tortuga.
—Decepción estética. Propia y ajena.
Propia. La de reconocerme los mismos rictus. También la de insistir con algo que no funciona. Aunque cada vez me desapego y descarto más.
—Algo te genera euforia estética? ¿Qué?
Alguien: Bach, siempre.
—Independientemente del género: peor y mejor libro que leíste /obra /película.
Los libros malos los dejo, así que no sé. Y pelis malas he visto a montones, son tantas que ni me acuerdo.
—¿Qué pregunta te hubiese gustado que te haga?
¿Qué te hubiera gustado ser si no escribieras ni tocaras el piano?
—Qué pregunta te hubiese gustado hacerle a alguien que admires independientemente de si es artista amigo o familiar?
Me hubiera gustado conocer a George Ivanovich Gurdjieff. Le hubiera preguntado muchas cosas, pero sobre todo qué iba a decir luego de la frase que cierra su último libro, La vida es real solo cuando yo soy: Si dos personas se encuentran juntas, mientras más próximas estén una de otra, más íntima es la mezcla de sus atmósferas y mejor se efectúa el contacto entre sus vibraciones específicas. El contacto y la fusión de las vibraciones específicas surgidas de diferentes personas se producen mecánicamente, según su situación recíproca y las condiciones en que se encuentren. Así, en las personas con las que entro en contacto, la formación de los factores psíquicos requeridos para la manifestación de actitudes hacia mí diametralmente opuestas debe inevitablemente efectuarse de la manera siguiente: es junto al Arte de la Fuga de Bach, el final “inconcluso” más definitivo que conozco.
—En el marco de la escritura de la poesía, o de la escritura en sí: ¿tenés fe en el lenguaje? Es decir: ¿creés que le podés hacer decir al lenguaje lo que vos querés? ¿O pasa otra cosa?
Al menos yo no puedo domesticar al lenguaje, a veces digo lo que supongo quise decir, pero muchísimas veces aparece una sintaxis desconocida, una voz que no sé de dónde nace. El lenguaje no puede nombrar todo, lo inasible agujerea la trama y es en esos espacios, en esa atmósfera suspendida entre palabras en donde a veces sucede un milagro. Me interesa dejar ventanas abiertas para que las cierre el lector. No se puede decir todo porque el lenguaje es, por suerte, insuficiente y salvaje.
GIROS
Giros nace a comienzos de 2021, cuando la primera etapa de una joven cuarentena ya había pasado y sólo quedaba la incertidumbre de ver el mundo desde nuestras pantallas, un mundo en el que todo tenía una fecha de vencimiento cada vez más corta. Con la convicción contraria de la inmediatez y a partir de las obras de artistas sin los contactos necesarios para participar en los grandes medios, Giros publica su primera edición en febrero de ese mismo año.
Fundada por Gonzalo Selva (estudiante de cine), a los pocos meses se incorporan al equipo Joaquín Montico Dipaul (oriundo de Ingeniero White) y Gala Semich Álvarez (Licenciada en Letras).
Después de un año y medio Giros construye una comunidad y brinda la posibilidad a escritores, periodistas, ilustradores, poetas, fotógrafos de publicar sus primeras (segundas, terceras y cuartas) obras.
Giros busca ser un espacio para todo aquel que tenga algo para decir o mostrar.
El anacronismo nos convoca; el último tuit del influencer nos repele.
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