Cómo conseguir discos: una entrevista a Puebla Sol
"En el 2001 no teníamos un presupuesto para la música, la única forma de descubrir cosas era colectivizándolo".
ENTREVISTAS
Gonzalo Selva
5/23/20226 min read
Por: Gonzalo Selva
2001. Valentín Alsina, como Sandro y 2 Minutos. Estudiante de la Licenciatura en Artes Audiovisuales de la Universidad Nacional de las Artes. Fundador de Revista Giros. El cine, Buenos Aires, los cafés, la música y lxs músicxs, el registro de las cosas, el siglo XX, Mariana Enriquez, “On The Road”, no mucho más.


Puebla Sol es traductora, fan de Wilco, de la música y coleccionista de discos. Además, es co-creadora y co-guionista de "Cómo conseguir discos", el primer podcast sobre disquerías de Buenos Aires.
REVISTA GIROS: ¿Cuál fue tu primera relación con la música? ¿Y con un disco físico? Imagino que nacés en una época de pleno auge del CD y en la que el vinilo era un formato bastante abandonado.
PUEBLA SOL: Sí, nací en una época en la que todavía se escuchaba música en formato físico. Para ese momento el vinilo era una cosa vieja, te los revoleaban por la cabeza, nunca iba a volver. Todo era cassette o CD, se escuchaba y se compartía así también, junto con la radio. No existía ninguna de las facilidades que hay hoy en día; que están buenísimas, pero le quitan todo el romanticismo que había en tener que salir a buscar la música.
Probablemente la primera vez que sentí algo con la música fue con una canción de Enrique Iglesias en la tele, yo era muy chiquita y claramente no tenía que ver con el artista en sí, pero fue la primera vez que noté que una melodía me podía hacer sentir algo.
Después obviamente empecé a escuchar lo que escuchaban las chicas de mi edad, pero me fanatizaba con cosas a las que quizás las demás no les daban demasiada importancia. Surgían los Backstreet Boys por ejemplo, a todas les gustaba el rubiecito, y para mí era como “sí, a mí también me gusta el rubiecito, ¡pero escuchá lo que están haciendo en este tema!”, siempre iba un poco más allá.
Después un día me encontré con un cassette de Embajada Boliviana, me encantó la tapa y cuando lo escuche descubrí que existía todo un mundo distinto al que yo venía escuchando. A partir de eso conocí a los Ramones, empecé a conectarme con gente que escuchaba punk y junto con eso a armarme mi propia colección de discos.
RG: ¿Arrancar por el punk colabora también con este sentimiento colectivo y de aventura que tiene el coleccionismo? Justamente el género tiene una rama de cassettes piratas, pasarse bandas, grabaciones que se escuchan pésimo.
PS: Sí, parte casi todo desde eso, la música se compartía. También estábamos en un contexto complicado, el país estaba yendo derecho al 2001, no teníamos un presupuesto para la música, la única forma de descubrir cosas era colectivizándolo. Casi todo era trucho, la piratería era algo super común, pero si tenías la posibilidad de comprarte original un disco que te gustaba mucho no lo dudabas, porque sabias que iba a venir con un montón de cosas que el pirateado no. Le poníamos mucho criterio a los discos que se compraban, porque sabías que si comprabas uno quizás te quedabas sin presupuesto para otro.
RG: Después de toda esta etapa, ¿cómo llegás al vinilo?
PS: Después del 2001 descarté todos los cassettes, nunca más compré uno. Tenía muchos CDs. El primer vinilo que tuve me lo regalaron y fue "London Calling" (The Clash, 1979), me copó mucho porque era un sonido muy distinto, el arte era distinto, había un montón de información que en el CD no estaba. Era también tener esa tapa de un disco que me había acompañado toda la vida en un tamaño en un tamaño enorme, las fotos con una calidad increíble. Después de ese me compré otro, y otro más, y otro más, y ahora tengo una pared de mi casa llena. Es insoportable a veces.
RG: Empezaste a tener discos en un momento en que tenerlo físico era la única forma de escucharlo. Ahora que eso ya no es una necesidad y podés escuchar el disco que quieras, cuando quieras, ¿cómo cambió tu forma de relacionarte con el objeto disco?
PS: Creo que como todas las cosas tiene un lado bueno y uno malo, pero también es algo que empezás a entender con el tiempo, si me preguntabas hace unos años cuando recién empezaba a tener algunos vinilos te decía que tener el disco físico era una obligación, que si te gustaba el disco lo tenías que tener.
Realmente está buenísimo que actualmente la música esté al alcance de todo el mundo, si vos querés escuchar un trio de cuerdas de la Nigeria más profunda, lo podés hacer, solo tenes que saber googlear para acceder a toda la música que quieras. Pero al mismo tiempo me parece que tenerlo todo tan al alcance de la mano hace que le prestemos menos atención, porque todo es un consumo más inmediato, y lo inmediato también así de rápido desaparece. Antes te comprabas un disco nuevo y quizás era el único disco nuevo que ibas a tener por meses. Hoy todos los días salen 15 discos nuevos y para la otra semana ya los escuchaste todos. Es muy práctico, pero también le quita cierta profundidad a la escucha.
También vivimos en un mundo en el que todo el tiempo estamos a las corridas, y uno muchas veces no tiene tiempo de sentarse a escuchar un disco, por lo que esta buenísimo poder contar con la música en un formato que te permita vivir tu vida agitada. Pero siempre que se puede prefiero tener mis discos en formato físico, porque también me fuerza a generar esos momentos de sentarme y prestarle atención a eso que estoy escuchando.
RG: Es también una especie de ritual, ¿no? Se elige un momento específico del día para hacerlo, vas leyendo los inserts mientras suena…
PS: Totalmente, a mí me pasa a veces que estuve toda la semana haciendo cosas, no tuve tiempo ni para escuchar media canción, y me elijo el viernes a la noche para abrir una birra y, en vez de boludear en Twitter, me fuerzo a generar ese momento ritual de escuchar todos los discos que quise y no pude escuchar en toda la semana.
RG: Y junto con eso, ir a comprar discos tiene su parte ritual también…
PS: Sí, en el primer capítulo del podcast ("Cómo conseguir discos") lo hablábamos un poco y algo que nos repitieron varios disqueros es que la gente se abstrae cuando va a mirar discos. Entrás ahí adentro y no estás pensando en tus quilombos, en el laburo, en que no llegas a fin de mes -capaz eso sí lo pensás cuando vas a pagar-, pero sí, es otro ritual paralelo al de escuchar un disco.
También te encontrás con gente increíble adentro de una disquería, y todos están en la misma. No hay manera de salir de una disquería sin recomendaciones geniales de artistas a los que nunca llegarías si no te los hubieran recomendado.
RG: Es una cultura muy colectiva, de retroalimentación, y a la vez con un costado muy personal, en el que uno tiene su colección, y vuelve de la disquería y se sienta solo frente al disco. ¿Cómo crees que conviven estos dos mundos?
PS: Esta retroalimentación que decís me parece de las cosas más lindas que hay, porque sea de la forma que sea siempre es estar compartiendo música.
Personalmente, tengo épocas en la que estoy súper abierta a recomendaciones, y épocas en las que estoy increíblemente cerrada a escuchar otra cosa y no me sacas de los Ramones, y capaz pasan 6 meses y pienso escucho estos discos desde que tengo 11 años, no me pueden seguir gustando, pero no me entra otra cosa.
Una de las cosas que más me gustan de ir a una disquería es ir totalmente encaprichada a comprarme un disco en específico, y después de hablar con el disquero terminar llevándome otro completamente distinto. Volvés a tu casa y en esa intimidad ves si le pegó, si era lo que querías escuchar en ese momento. Es un momento en que, ni siquiera compartiendo música, perdés esa intimidad.
RG: Dentro de esta pata colectiva que tienen los discos, entran también los comunicadores. ¿De dónde surge el podcast y las ganas de comunicar?
PS: Es el primer proyecto así del que formo parte por lo que lo encare sobre todo con mucha ansiedad, más que nada porque el coleccionismo en si suele ser un mundo bastante machista, y pensar que me iba a tener que bancar que me digan que no sabía y demás. Pero también por ser lo primero que hago de manera pública. Yo soy traductora, entonces todo lo que hago siempre esta medio en las sombras, nadie se entera que lo hice yo.
El podcast lo trabajamos con Lucha Mirandas, y ella sí viene con proyectos así hace mucho, entonces ella fue un poco la que me empujaba a hacerlo y me calmaba un poco la ansiedad.
El podcast surge más que nada de las ganas de hablar de música, de lo que nos gusta. Creo que vivir una pasión en solitario es bastante limitado, en cambio si encontrás alguien con quien compartirla se potencia mucho el disfrute.
GIROS
Giros nace a comienzos de 2021, cuando la primera etapa de una joven cuarentena ya había pasado y sólo quedaba la incertidumbre de ver el mundo desde nuestras pantallas, un mundo en el que todo tenía una fecha de vencimiento cada vez más corta. Con la convicción contraria de la inmediatez y a partir de las obras de artistas sin los contactos necesarios para participar en los grandes medios, Giros publica su primera edición en febrero de ese mismo año.
Fundada por Gonzalo Selva (estudiante de cine), a los pocos meses se incorporan al equipo Joaquín Montico Dipaul (oriundo de Ingeniero White) y Gala Semich Álvarez (Licenciada en Letras).
Después de un año y medio Giros construye una comunidad y brinda la posibilidad a escritores, periodistas, ilustradores, poetas, fotógrafos de publicar sus primeras (segundas, terceras y cuartas) obras.
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