Una escena en Drinking Buddies, de Joe Swanberg
En un video de Vanity Fair que se llama “Anna Kendrick breaks down her career”, que puede verse en Youtube, Anna Kendrick cuenta que en Drinking Buddies (Joe Swanberg, 2015), una de las varias películas que hizo, no recibió ni medio guion en todo el rodaje.
ENSAYO
Gala Semich Álvarez
11/27/20243 min read
En un video de Vanity Fair que se llama “Anna Kendrick breaks down her career”, que puede verse en Youtube, Anna Kendrick cuenta que en Drinking Buddies (Joe Swanberg, 2015), una de las varias películas que hizo, no recibió ni medio guion en todo el rodaje. Hay una escena en la que tiene que besarse con otro personaje, estando su personaje ya en una relación. Ella pensó: “si no hay guion, tengo que hacer que tanto el actor como el personaje lleguen a besarme, tengo que llevar la situación a ese momento, porque no hay nada externo que determine ya de antemano que deba ser así”. Finalmente en la escena se besan, y cuenta Anna que después del corte se puso a llorar, porque sentía que realmente había engañado a quien era su novio en la película. Ella dice que fue gracioso y terrible al mismo tiempo, pero la escena revela además una situación muy rara para la relación realidad-ficción. El cine, en general, está hecho para que la gente lo crea. Si ves una película y no creés nada de lo que pasa, la película no te gusta, no entrás, te aburrís, no te importa. De alguna manera falla, por lo menos para quien no cree en eso que está viendo. Pero en el fondo, muy en el fondo, quizás solo en el momento en que dejamos de ver la película, sabemos que es todo mentira. Antes, mientras la estamos viendo, entramos en ese mundo y por un rato nuestra concepción sobre qué es real y qué no se distorsiona, se difumina. Alrededor de los actores hay gente que los mira mientras actúan, cámaras, luces, micrófonos, botellas de agua, mesas con comida, gente que va y viene, cables enroscados. Para eso son muy ilustrativos los videos que muestran, por ejemplo, cómo se hizo la escena de Titanic en la que muere Rose. Di Caprio y Kate Winslet están en una pelopincho. Lo otro es pantalla verde y efectos especiales. Lo mismo pasa con las películas de Harry Potter. Filmar esas películas debe haber sido una de las cosas más irreales para cualquiera de los actores, porque en la mayoría de las escenas están adelante de una pantalla verde o subidos a aparatos mecánicos que nos hacen creer que están volando en escoba o subidos al lomo de un dragón.
La escena termina y los actores se salen (no siempre, pero calculo que en general será así) del personaje, salvo algunos sujetos especiales que siguen en personaje incluso cuando no están actuando y eso les permite, por ejemplo, tratar mal a la gente en nombre quien se supone que siguen interpretando (como alguna vez contó Robert Pattinson). Pero en esa escena en la que Anna Kendrick termina llorando hay algo extraño, una superposición total de la realidad sobre la ficción. O de la ficción sobre la realidad, lo que acá viene a ser más o menos lo mismo. El problema ahí parece ser la inexistencia de guion: el guion, la historia, lo que alguien externo a los actores escribió para ellos, se revela entonces como un conjunto de reglas que dan orden a un universo que, esencialmente, es diferente al nuestro. Aunque se trate de una película que intente ser una imitación de la vida real, naturalista, siempre hay algo que distingue a los dos mundos. Pero si no hay guion, ¿qué estamos haciendo? ¿Quiénes somos? ¿Estamos realmente actuando? ¿Qué estamos diciendo? La improvisación es muy frecuente en las películas independientes y parece ser también la esencia de las películas de Joe Swanberg. El resultado es algo híbrido: no estamos en una situación cotidiana de la vida normal, no somos Anna Kendrick y Ron Livingston hablando, somos dos personajes, pero al mismo tiempo no hay una historia que seguir, no hay un guion, no hay un diálogo que alguien escribió para que nosotros digamos. Básicamente no estamos actuando nada. Tienen que ser los actores, las personas, las que decidan sobre sus personajes, en el mismo momento en el que se supone que deberían estar siguiendo un guion escrito por alguien más. El personaje, como construcción ficticia, parece perdido. ¿Soy Jill, el personaje, o Anna, la persona, la actriz? ¿Qué tengo que hacer, si nadie me lo dijo antes? El guion entonces se “escribe” en simultáneo con la actuación, se va construyendo colectivamente. Después de la escena, Joe Swanberg les pregunta si quieren hacerla de nuevo y Anna responde que no, llorando y con la piel de gallina.


GIROS
Giros nace a comienzos de 2021, cuando la primera etapa de una joven cuarentena ya había pasado y sólo quedaba la incertidumbre de ver el mundo desde nuestras pantallas, un mundo en el que todo tenía una fecha de vencimiento cada vez más corta. Con la convicción contraria de la inmediatez y a partir de las obras de artistas sin los contactos necesarios para participar en los grandes medios, Giros publica su primera edición en febrero de ese mismo año.
Fundada por Gonzalo Selva (estudiante de cine), a los pocos meses se incorporan al equipo Joaquín Montico Dipaul (oriundo de Ingeniero White) y Gala Semich Álvarez (Licenciada en Letras).
Después de un año y medio Giros construye una comunidad y brinda la posibilidad a escritores, periodistas, ilustradores, poetas, fotógrafos de publicar sus primeras (segundas, terceras y cuartas) obras.
Giros busca ser un espacio para todo aquel que tenga algo para decir o mostrar.
El anacronismo nos convoca; el último tuit del influencer nos repele.
Seguinos en nuestro Instagram
© 2025. Todos los derechos reservados.