El artista de la rescritura
Si la obra de César Aira es una intervención donde cada novela es un capítulo de la “Gran Novela”, donde cada nuevo texto corrige al anterior, Libertella hace el camino inverso: achica su obra.
ENSAYO
Joaquín Montico Dipaul
5/23/20225 min read
Por: Joaquín Montico Dipaul
Ingeniero White, 1991. Su primer libro se llama Obras completas I - Poliestileno. Escribió papers para revistas académicas, artículos de crítica literaria para Infobae, Estación Libro y medios independientes. Dicta talleres de lectura y escritura. Tiene un Máster en Escritura Creativa por la Universidad Tres de Febrero. Forma parte del equipo de Revista Giros.


El signo tiene doble vida: es a la vez señal y ausencia, escribe en El árbol de Saussure, Héctor Libertella. Este doble comportamiento, es una de las paradojas que el escritor (crítico, docente, editor) pone a funcionar a lo largo de sus textos y de su vida
Como Borges nació un 24 de agosto pero de 1946 en Bahía Blanca. En 1968 gana el premio Paidós con El camino de los hiperbóreos, su primera novela. Un texto inmerso en su época, que explora tempranamente la fusión de géneros (narrativa, ensayo, poesía, arte contemporáneo), lo que será una marca a lo largo de su obra. Un genio “precoz –caracteriza Alan Pauls- extraordinariamente virtuoso como Librtella, que a los 4,12 o 24 ya era capaz de escribirlo todo”.
Su ópera prima publicada (porque ya había escrito, editado y encuadernado dos novelas en sus “años púberes” tal como lo cuenta en La arquitectura del fantasma.Una autobiografía: Tarde para llorar y Agentes de venganza) ganadora del mencionado premio, está llena de profecías auto-cumplidas: ganar un premio, irse a Nueva York, establecerse en Capital Federal. Todo ocurrió en el papel y en la vida. En Libertella no existe la expresión de deseo; no hay distancia entre enunciación y ejecución. Escribe y ejecuta lo que escribe: un verdadero vanguardista.
Sobre este punto en una charla telefónica que tuve con Martín Kohan (que me comentó una primicia de último momento y es que va a salir un libro sobre vanguardias en, justamente Paidós, y donde dedica un capítulo a Libertella.) me comentó sobre el contraste con, por ejemplo, críticos deleuzianos que enuncian rizoma pero sus textos están perfectamente estructurados. En caso de Libertella enuncia hermetismo y hace hermetismo; no hay desdoblamiento entre lo que dice su escritura y lo que hace su escritura.
Como ganador de los 500 mil pesos del Paidós, adquiere una centralidad (se dispusieron gigantografías con su cara en todas las librería del país) que va a carcomer conscientemente pero sin abandonarla. Libertellla, que hace un recorrido inverso “al habitual”, porque comienza con un reconocimiento muy grande, que se va ir debilitando. Pero lo particular de su propio debilitamiento como escritor central va a coincidir con el “debilitamiento” de su prosa, que va a ir mutando sin abandonar programáticamente cierto barroco.
El arte de la rescritura
Si la obra de César Aira es una intervención donde cada novela es un capítulo de la “Gran Novela”, donde cada nuevo texto corrige al anterior, Libertella hace el camino inverso: achica su obra, reescribiendo todos sus textos cargados de conceptos, paradojas, anagramas, guiños, chistes privados, en definitiva de sentidos, hasta la disolución en unas pocas páginas con la misma carga que en la “versión agrandada”, pero –a ojos vista- con menos letras. Sobre este aspecto central se lee en El árbol de Saussure que “escribir se parece más a la escultura, donde uno saca, elimina, para hacer visible la obra. Pero estas páginas que elimina permanecen de algún modo”.
En la mencionada charla telefónica Martín Kohan aludió a que la lectura del bahiense generaba un efecto de “hermetismo con delay”, ya que una primera lectura denota en principio “claridad” pero luego el sentido se pierde, pero no por falta sino por exceso. Hay tantos sentidos superpuestos colocados con tanta Y lo que se escapa es entonces lo no dicho que opera, según Damián Tabarovsky, como un fantasma en el malentendido.
La rescritura, definitivamente el rasgo más distintivo de su intervención como artista, es también un rasgo como artista en su época. “Un contemporáneo de sus contemporáneos”, dice Kohan El efecto Libertella pero enmarcado en un artificio de “extender y contraer” dicha condición. Lo vemos en los textos donde Libertella escribe Jorge Bonino y Mirtha Dermisache, dos expresiones del Instituto Di Tella. La primera recorrió el mundo con una lengua inventada y la segunda fue autora de nuevos abecedarios, y comentada por Barthes. Ambos, a sus respectivos modos, hacedores de lenguajes herméticos. Pero en la escritura a partir y sobre estos artistas hay una clave que es lo que se relaciona al “transmitir sin comunicar”.
Un contemporáneo inserto en su contemporaneidad, vindicador de su época, pero como como todo precoz, un desubicado. Se zafa. Como cuando le dijo De Roux a Gombrowicz en 1968 que era escurridizo como una anguila. A lo que el polaco respondió que él no era el escurridizo, sino la literatura, porque tanto la literatura como la anguila sólo pueden salvarse si se escapan. Escurridizo, Libertella puede ir para atrás con Sor Juana Inés de la Cruz, Góngora o Lezama Lima, estar con “los suyos”: Lamborghini, Aira, Ludmer. O pensar en “el lector del futuro (que) es un lector sintético, un hombre pinchándose las venas con una lapicera Parker”.
Vanguardia y mercado
En 1977, Libertella publica Nueva escritura de América Latina. Allí se pone de manifiesto, con las vanguardias y neo vanguardias acabadas, pone sobre la mesa la idea del Caballo de Troya, podría decirse que en contraste con la idea de avanzar en el marco de una guerra de trincheras. Para Libertella, se trata del complot desde adentro, cuya fundación coloca en las reuniones del Salón Literario de 1837 y atraviesa toda su escritura. Con la idea del Caballo de Troya, el escritor se obsequia al mercado, ganando premios literarios por ejemplo y desde de adentro hace estallar la sintaxis luminosa “llena de sentido y de salud” esa que emplean los escritores que se posan en las copas del árbol de Saussure, los días de “mercado radiante”. “Otros, se quedan al pie porque prefieren la sombra”. Paralelamente, se inmiscuye y al mismo tiempo es invisible como requisito de supervivencia. Ser invisible o escapar pero siempre adentro. Y dentro de ese caballo gigante de madera ingresan varios soldados que ingresan a Troya para hacerla estallar: Macedonio Fernández, J.R. Wilcock, Manuel Puig Osvaldo Lamborghini, César Aira, María Moreno, Luis Chitarroni, Sergio Bizzzio, Daniel Guebel. Si un canon es un Frankenstein armado de modo arbitrario, pero si quien lo arma tiene la audacia suficiente puede tener el poder de la electricidad (tomada de la anguila de Gombrowicz) y hacer que tenga vida. En 11 relatos argentinos del siglo XX, que Libertella selecciona y prologa, dice:“Entre tantas y disímiles poéticas me pregunto, en fin, qué tendrán en común para que las haya convocado en este libro. Quién sabe. Algo hay también de paradoja en esta antología, como en Borges pero al revés, del lado de la sombra: algo que la recorre de un extremo a otro. Acaso el fantasma de una literatura que para afirmar su diferencia necesitó hacerse un poco invisible, ilegible entre las líneas del mercado de hoy”
Este texto probablemente chorió sin la debida mención de:
Una charla telefónica con Martín Kohan y estos textos que construyeron este artículo:
El árbol de Saussure, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2000.
La arquitectura del fantasma. Una autobiografía. Santiago Arcos editor, Buenos Aires, 2006.
¡Cavernícolas!, Fondo de Cultura Económica, Bueno Aires, 2014
Literal 1973-1977 H. Libertella compilador, Santiago Arcos Editor, Buenos Aires , 2002.
11 RELATOS ARGENTINOS DEL SIGLO XX. Edición de H. Libertella, Editorial Perfil, Buenos Aires 1997.
Damian Tabarovsky, EL fantasma de la vanguardia, Mardulce, Buenos Aires, 2018.
Ensayos de Martín Kohan, Alan Pauls y Damián Tabarovsky en El efecto Libertella. Marcelo Damiani (compilador), Beatriz Viterbo Editora, Rosario 2010.
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Giros nace a comienzos de 2021, cuando la primera etapa de una joven cuarentena ya había pasado y sólo quedaba la incertidumbre de ver el mundo desde nuestras pantallas, un mundo en el que todo tenía una fecha de vencimiento cada vez más corta. Con la convicción contraria de la inmediatez y a partir de las obras de artistas sin los contactos necesarios para participar en los grandes medios, Giros publica su primera edición en febrero de ese mismo año.
Fundada por Gonzalo Selva (estudiante de cine), a los pocos meses se incorporan al equipo Joaquín Montico Dipaul (oriundo de Ingeniero White) y Gala Semich Álvarez (Licenciada en Letras).
Después de un año y medio Giros construye una comunidad y brinda la posibilidad a escritores, periodistas, ilustradores, poetas, fotógrafos de publicar sus primeras (segundas, terceras y cuartas) obras.
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