El ojo iluminado
Una aproximación al mundo de Hildegard von Bingen.
ENSAYO
Silvia Dabul
9/11/202413 min read
Por: Silvia Dabul
Pianista y escritora, nació en Mendoza y vive en Buenos Aires. Publicó Lo que se nombra (En danza 2006), Cultivo de especias (En danza 2011) y La función de la marea (La gran Nilson 2022). Como pianista se ha presentado en Sudáfrica, España, Alemania, Paraguay y Uruguay. Ha grabado siete discos.


Zanczia (alondra) La voz de la mujer se desliza sobre un sonido grave. El arco frota la cuerda en vaivén. Otras voces se acercan al unísono y luego se distancian. Una se aproxima a otra, la toca con la punta de una vocal y se repliega. El arco no deja de frotar. La voz se dilata, se expande en ascenso y solo baja para tomar impulso y luego ascender más. El arco sobre la tripa insiste. La voz de la mujer explota, desparrama su polen brilloso y melismático y poco a poco se cierra como quien antes de dormir se coloca en posición fetal.
Pleniza (amiga) La primera vez que escuché el nombre de Hildegard fue hace unos veinte años. Así se llamaba la ópera de Marta Lambertini que se puso en escena en el Centro de Experimentación del Teatro Colón. No fui a verla, cosa extraña porque no me perdía ningún espectáculo del CETC, por entonces un sótano frío apenas iluminado. Solo supe por reseñas que en la ópera casi todas eran mujeres: la compositora, la guionista, la regisseur y las intérpretes. Nada más. No encuentro en la red un solo registro de video o audio. Apenas unas notas con una foto de mi amiga Susy Moncayo. La veo pixelada, con tocado de abadesa y puedo imaginar su honda voz de contralto haciendo hablar a Hildegard. Todas las hembras tienen en la sangre más livor que los hombres porque están abiertas como el traste donde se colocan las cuerdas para tocar la cítara, y también tienen huecos de naturaleza ventosa, de modo que los elementos son más fuertes en ellas que en los varones y los humores abundan más. El placer en la mujer es comparable al sol que con su calor empapa la tierra con dulzura. (Causa y cura de las enfermedades)
Monzchia (monasterio) Nacida en 1098 en un pueblito del oeste alemán, Hildegard von Bingen fue la décima hija de un matrimonio noble que la entregó como diezmo a la iglesia a los ocho años de edad. Esta práctica de sacrificar a un niño, precisamente llamado nutritus, era una herramienta de la aristocracia eclesiástica para asociarse al poder de los señores feudales. Apenas adolescente, se consagra en el monasterio benedictino de Disibodenberg, donde conviven monjas y monjes bajo las órdenes del abad Kuno. La responsable de educarla fue Jutta von Sponheim, también religiosa. Pero Hildegard nunca fue una estudiante disciplinada, sino más bien una autodidacta con capacidades múltiples, que a partir de sus visiones hizo uso de su facultad clarividente para desplegar artes medicinales, literarias y musicales. A la muerte de Jutta la nombran abadesa, sin imaginar las rebeliones y trastornos que eso implicaría. Y he aquí que, a los cuarenta y tres años de mi vida en esta tierra, mientras contemplaba una visión celestial, vi un gran esplendor del que surgió una voz diciéndome: oh, frágil ser humano, ceniza de cenizas, habla y escribe lo que ves y escuchas. Pero al ser tímida para hablar, ingenua para exponer e ignorante para escribir, anuncia y escribe estas visiones no según las palabras de los hombres ni según el entendimiento de su fantasía, sino tal como las ves y oyes en las alturas celestiales. (Scivias, introducción)
Libizamanz (libro) ¿Por qué Marta Lambertini compone en Buenos Aires una ópera sobre una religiosa alemana que vivió hace 900 años? ¿Cómo llega a saber de ella en un momento en el que aún no había estallado la explosión hildegardiana? Marta trabajaba desde muy joven enseñando Composición en la UCA, donde conoce a Azucena Fraboschi, especialista grecolatina que a mediados de los 90 descubre a Hildegard y se dedica hasta el fin de sus días, en 2015, a estudiar y traducir sus libros y cartas. La pasión de Azucena es contagiosa, a tal punto que emprende la tarea titánica de traducir del latín la correspondencia completa de “Hildegarda”, para lo que reúne a dieciocho latinistas que trabajan durante años ad honorem.
Scorinzin (calumnia) Cuando Hildegard decide independizarse del clero que venía explotando su fama de santa milagrosa para obtener más dinero y posesiones, se encuentra con la resistencia feroz del abad Kuno. De tesoro de la congregación pasó a ser acusada de herejía. La petición de emigrar con su veintena de monjas fue sistemáticamente rechazada. Más reclamos, más amenazas de excomunión. Pero Hildegard tenía un gran aliado entre los monjes: Volmar. Amigo y confidente durante 30 años, fue clave no solo para transcribir los libros que le dictaba, sino como interlocutor y artífice de sus planes.
Nilzmaiz (madrina) Victoria Cirlot tiene los ojos de un color celeste intenso, casi turquesa. Agrando la pantalla para espiar los títulos de su biblioteca. Arriba de todo, el Libro Rojo de Jung en la edición facsimilar del Hilo de Ariadna. En la pared, una cruz de madera debajo de un pequeño reloj cuadrado. Todo es equilibrio y orden. Victoria nació en Barcelona, es filóloga y trabaja en la Universidad Pompeu Fabra de esa ciudad. También dirige la colección El árbol del paraíso de la editorial Siruela. Uno de sus objetos de estudio es el fenómeno visionario en Occidente. Desde que descubre a Hildegard, más o menos al mismo tiempo que Azucena Fraboschi, se dedica a investigarla y traducirla. Cuando consigo su contacto le escribo sin demasiadas esperanzas. Me responde a las dos horas: “Puedes preguntarme lo que quieras”.
Aieganz (ángel) Yo he visto y he oído, dice Hildegard, la mística. Y describe eso que ve y oye desde niña en Scivias, veintiséis frescos en los que despliega sus visiones sobre la creación del mundo y de los seres humanos. Es a través de esas visiones que resurge completamente curada de las enfermedades en las que cae con frecuencia, como si la inyección de energía que implica la experiencia fuese también vehículo de sanación. En la visión de la verdad se me apareció un hombre bellísimo y de gran ternura, y fue tan enorme el consuelo que su presencia inundó mis vísceras como perfume de bálsamo. Entonces exulté con inmenso, inapreciable gozo y deseé contemplarlo siempre. Y él mandó a los que me afligían que se alejaran de mí diciéndoles: “Apártense, porque no quiero que la torturen así por más tiempo”, al punto que la enfermedad que me había atormentado me abandonó y recuperé las fuerzas. (Carta al monje Morando)
Larginchzint (artesana) “El peso de los textos femeninos en el siglo XIII es aplastante. La unión con Dios es algo que en el mundo occidental inician las mujeres”, explica Victoria Cirlot. La mística femenina es anterior a la expansión de la mística masculina, que acontece recién a fines del siglo XIII con Eckhart y sus discípulos. La diferencia fundamental es que la mística masculina es especulativa y la femenina emocional: una expresión de deseo de fusión con Dios que suele manifestarse con metáforas epitalámicas y eróticas. ¿Pero qué es exactamente la experiencia visionaria? Dice Cirlot: “Para su comprensión podemos relacionarla con el mundo onírico. Todos soñamos y esas imágenes tienen colores y formas que no se ven con los ojos físicos. La lógica del sueño es similar a la de la visión. Son imágenes que nacen dentro de uno, en el ojo de la mente u ojo interior. Otro camino por el que se puede penetrar es a través de la creación. Los artistas son visionarios. La creación implica siempre un grado de visión”.
Bonizimz (hogar) La segunda vez que vi el nombre de Hildegard fue gracias a un algoritmo que la sumó a la lista de canto gregoriano que acompañaba mi rutina de yoga. Me sorprendió oír la prosodia típica de esa música no en voces masculinas sino femeninas, y una especie de valentía melódica muy distinta a la monotonía que me ayudaba a permanecer en mis posturas. Esa música volaba y hacía volar. Era música escrita por un pájaro. El alma es sinfónica. De igual manera que la palabra designa al cuerpo, la sinfonía manifiesta el espíritu, ya que la armonía celeste anuncia la divinidad, igual que la palabra anuncia al ser humano. (Scivias)
Symphonia armonie celestium revelationum reúne las 77 composiciones con poemas de su autoría, otra audacia que desafiaba la costumbre de usar textos litúrgicos en la música religiosa. Gracias al registro riguroso que Hildegard realizó de sus composiciones, seguramente a cargo de un especialista, el grupo vocal Sequentia se dedica desde 1982 a descifrar y grabar su obra completa, las 77 sinfonías y el drama Ordo Virtutum, una especie de oratorio en el que aparece un hombre que representa al diablo. Un hombre que no canta, solo gruñe.
Falschin (vidente) Luego vi un gran instrumento redondo y umbroso, semejante a un huevo, estrecho por arriba, ancho en su mitad y algo más ceñido en la parte inferior; por fuera rodeaba todo su contorno un brillante fuego con una piel de tinieblas. En ese fuego había un globo de rojizas llamaradas de tal magnitud que alumbraba todo el instrumento. Por encima de él, tres teas ordenadas en hilera vertical sostenían con sus llamas al globo para que no cayera. A veces se elevaba; entonces, una gran cantidad de fuego iba a su encuentro. Otras veces el globo descendía y acudían a él raudales de frío. (Scivias, tercera visión: El Universo)
Zimzitama (ejército) La voz de Clara Cortázar es muy diferente de la que había imaginado. Es curioso comprobar la falta de concordancia entre las voces y los rostros en nuestra fantasía. Conocí a Clara hace un par de meses en Vocación Humana, la fundación de Bernardo Nante en donde coincidimos en un homenaje a Luis Mucillo, amigo fallecido un año antes. Luis era compositor y casi toda su obra está basada en leyendas medievales. Allí descubrí que los medievalistas forman una especie de club de entramado singular. Clara es musicóloga, fue profesora en la UCA y conoció muy bien a Azucena Fraboschi. También a Victoria Cirlot. Y a Mucillo, y a Nante. “El problema de Azucena es cierta estrechez provocada por su catolicismo. Su último libro parece una lección de catequesis. En cuanto a Victoria, inclina demasiado el tema de la visión hacia el fenómeno creativo. Una visión es otra cosa. ¿Cómo expresa Hildegard lo que por naturaleza es inexpresable? Lo hace entrar en la camisa de fuerza del lenguaje, pero la visión es inmensamente más que lenguaje. Es intraducible, inefable”, comenta Clara. También enfatiza el hecho de que Hildegard estaba muy preocupada por dejar registro de absolutamente toda su creación: “Es curadora de su propia obra. Recluta secretarios para transcribir visiones, pintores para las ilustraciones y técnicos para la notación musical”. Este corpus oceánico que consiste principalmente en Scivias (26 visiones), Liber divinorum operum (Libro de las obras divinas), Symphonia armonie celestium revelationum (composiciones musicales), Liber simplicis medicinae (nueve libros sobre propiedades curativas de plantas, piedras, animales y metales), Liber composite medicine o Cause et cure (origen y tratamiento de las enfermedades) y cerca de 400 cartas, está reunido en el Códice de Wiesbaden, conocido en alemán como Riesencodex o códice gigante. El manuscrito ilustrado con 45 miniaturas de colores brillantes que evocan al Bosco mide 46 x 30 cm y pesa 15 kg.
Ruszianz (telar) El jacinto nace del fuego a primera hora del día, cuando el aire tiene un calor suave. Es más del aire que del fuego, aunque también es ígneo. El hombre que sufre calígine en sus ojos, o cuyos ojos están turbios o supuran, ponga el jacinto al sol. Y si alguien está hechizado por fantasmagorías o fórmulas mágicas de modo que está perdiendo el juicio, tome pan candeal caliente y rebane la corteza superior en forma de cruz, pero sin cortar completamente el pan. Use la piedra de arriba abajo por el corte y diga: —Dios mío, tú que quitaste todas las piedras preciosas al diablo cuando contravino tu mandato, saca ahora de N. todas las fantasmagorías y fórmulas mágicas y líbrale del dolor de esta amencia. (Libro de la medicina simple)
Kulzphazur (antepasados) Me quedo dormida leyendo Scivias. Desde arriba veo pasar mucha gente por una explanada. Gente de toda edad y tamaño. Entre ellos distingo a mi hijo. Su cabeza está rodeada por un halo azul brillante. Tengo que enfocar de cierta manera para verlo, cerrando un poco los ojos sin fijar la vista en nada preciso. Entonces comienzo a ver los halos de todos. Algunos más brillantes, otros más velados. Grandes, pequeños. Miles. De color cambiante que después se estabiliza. Estoy del otro lado, completamente lúcida. Descubro un hombre que no tiene halo. Toda su figura es opaca. Luego veo óvalos que rodean los cuerpos. Cuando enfoco los huevos luminosos, los cuerpos desaparecen. Me traslado a una velocidad vertiginosa. Y ahora no hay nada. Solo espacio y espacio. Tibio, azul oscuro. No me quiero ir de aquí. Pero en cuanto lo pienso soy expulsada de inmediato.
Scalmiza (doncella) Un poco antes del éxodo, había ingresado al monasterio de Disibodenberg la joven novicia Richardis von Stade. Fue su madre quien apoyó a Hildegard para construir el Convento de Rupertsberg, primer convento de mujeres de la historia. Cansada del rechazo, otra enfermedad la deja inconsciente y postrada. Al borde de la extremaunción, se despierta invocando una visión en la que Dios le ordena construir un convento a orillas del Rhin, en tierras de San Ruperto. El milagro termina de convencer al arzobispo Enrique de Mainz. Ya instalada en su nuevo hogar, decide que el recato del atuendo femenino que ordenaba el Nuevo Testamento se refería a las mujeres casadas y no a las vírgenes. De modo que en los días de fiesta las monjas se quitan los velos y cantan salmos con joyas, vestidos de seda vaporosos y flores en el pelo. Es en Rupertsberg donde también florece su relación con Richardis. Mucho más culta y erudita, se transforma en la secretaria perfecta para sus arrebatos creativos. Cuando el hermano de Richardis le consigue un cargo de abadesa en un monasterio lejano, Hildegard se desespera. Implora a la familia de Richardis, a su ya declarado enemigo Kuno y a toda la jerarquía eclesiástica que no las separen. Richardis se va, tal vez movida por la vanidad o convencida por su hermano. Al poco tiempo se enferma y se hunde en una tristeza indescriptible. Ruega a su familia volver con Hildegard. En menos de un año muere.
Escucha, hija, a tu madre espiritual que te dice: mi dolor aumenta. ¡Ay de mí! ¿Por qué me has abandonado y dejado huérfana? Yo amé la nobleza de tus costumbres, tu sabiduría, tu castidad, tu alma y todo tu ser, hasta el punto que muchos me decían ¿qué haces? (Carta a Richardis)
Fragizlanz (pubis) Victoria Cirlot considera que no es apropiado hablar de feminismo en Hildegard: “No hay autoconciencia de género ni reivindicación del mismo. Lo que sí es cierto es que Hildegard tenía una imagen femenina de Dios: la virtud Sabiduría ocupa un lugar fundamental en sus visiones y la creación parece salir del útero de Dios, tal y como se plasmó en la segunda visión del Liber Divinorum Operum”. Le pregunto si es posible hablar de homosexualidad o, dado el preciso conocimiento de la biología femenina y el placer orgásmico que describe con detalle en Causae et curae, conjeturar un concepto más flexible de “castidad” del que tenemos hoy. Responde: “No hay testimonios para hablar de lesbianismo en Hildegard. Sí, en cambio, para hablar del amor que sintió por Richardis. En mi opinión fue un amor espiritual que con frecuencia surge entre los místicos”. Allí cierra el tema.
Cuando la mujer está en coyunda con el varón, entonces el calor de su cerebro, que tiene el placer dentro de sí, le hace saborear a aquél el placer en la unión y eyacular su semen. Y cuando el semen ha caído en su lugar, este fortísimo calor del cerebro lo atrae y lo retiene consigo, e inmediatamente se contrae la riñonada de la mujer y se cierran todos los miembros que durante la menstruación están listos para abrirse, del mismo modo que un hombre fuerte sostiene una cosa dentro de la mano. (Libro de la medicina compuesta)
Vanix, Inimois (mujer, ser humano) Hildegard no se consideraba una erudita, no manejaba bien el latín ni el alemán. Sin embargo no es esa la razón por la que crea su obra más fascinante y extraña, la Lingua Ignota. Incluida también en el Riesencodex, se trata de un idioma de sintaxis y pronunciación desconocidas, quizás un desvío de una lengua romance arcaica que Hildegard utiliza con propósitos que no pueden identificarse hasta hoy. Más de novecientos sustantivos que excluyen conceptos abstractos y un alfabeto de 23 letras, las Litterae Ignotae, son compartidos con unos pocos iniciados con los que se comunica en secreto. El que Es sin defecto y Grande ha tocado una pequeña morada para que se vea un milagro y pueda formar letras desconocidas y pronunciar una lengua ignota. (Carta al Papa Anastasio) Temeroso de que desapareciera esa lengua enigmática, Volmar le propone ponerla por escrito: “¿Ubi tune vox inauditae melodiae? ¿Et vox inauditae linguae?” (¿Dónde sonará la voz de tu inaudita melodía?¿Y la voz de tu lengua inaudita?). Tres siglos más tarde, un clérigo inglés, Robert Burton, se referirá a las misteriosas 23 letras que organizan el universo en su tratado Anatomía de la melancolía, que a su vez cita Borges en el epígrafe de La Biblioteca de Babel.
Noisca (ruiseñor) El mundo gira eternamente, admirable para la mirada de la naturaleza humana. Es tal que ninguna edad lo consume, ninguna innovación lo aumenta. Tal como Dios lo creó al principio, así permanecerá hasta el final de los tiempos. Y la divinidad, en su presencia y en su obrar, es como una rueda perfecta porque no tiene ni principio ni fin.Tampoco puede ser abarcada, ya que es intemporal. (Libro de las obras divinas, segunda visión) En la jerga de los cantantes de música antigua, poner affetto a una palabra es imbuirla de la emoción que corresponde a aquello que designa. Así, cuando al cantar se dice flor, todo el ser debe hacer el esfuerzo de emanar perfume. Al decir sol, incendiarse desde adentro. Y la música transita los vaivenes del dolor y del amor, moviendo los humores que nos habitan. Digo ceniza de cenizas. Mi voz apenas oscila, después se repliega y desaparece.


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Giros nace a comienzos de 2021, cuando la primera etapa de una joven cuarentena ya había pasado y sólo quedaba la incertidumbre de ver el mundo desde nuestras pantallas, un mundo en el que todo tenía una fecha de vencimiento cada vez más corta. Con la convicción contraria de la inmediatez y a partir de las obras de artistas sin los contactos necesarios para participar en los grandes medios, Giros publica su primera edición en febrero de ese mismo año.
Fundada por Gonzalo Selva (estudiante de cine), a los pocos meses se incorporan al equipo Joaquín Montico Dipaul (oriundo de Ingeniero White) y Gala Semich Álvarez (Licenciada en Letras).
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