¿Oís? / Vaivén / Burbujas de neón

POESÍA

4/22/20213 min read

Por: Julián Díaz

Julián Díaz nació el 25 de Octubre de 1999 en Ramallo, Provincia de Buenos Aires. Actualmente reside en la ciudad de Rosario. Es autor de la novela “Los Días Extraños”, publicada en 2022. Además escribe poesía, cuentos y análisis cinematográficos. Actualmente estudia Letras en la Universidad Nacional de Rosario.

¿Oís?

Existió un tiempo entre las seis y las diez.

Que se tergiversó de forma un tanto tierna.

Y ahora no es más que un lugar donde los pájaros perecen.

Los papiros se destiñen.

Se escuchan lamentos a través de la ventana.

¿Escuchas? ¿Oís? Vienen de afuera.

De un mundo desfasado.

De una ciudad pintada de naranja. Oscura. Apagada.

Primero fue gris. Después rojo. Después negro.

No más que un cúmulo de incongruencias.

No tan tiernas.

Y llegando a las once siento tu mirada apabullarme.

Una última vez.

Cuando el epitafio solo se escribe.

Las bicicletas se oxidan.

Los bancos de madera se corroen.

El tacto deja de existir.

Y yo vuelvo a rumbear.

Lleno de vos.

De tu desoladora y tierna grandilocuencia.

Y carente de mí.

De lo que alguna vez fui.

Por lo que alguna vez fuimos.

Vaivén

El sonido de los kilómetros,

el olor de la arena.

Caminando junto a un interior cuasi esterilizado.

Que ya no da para más.

Más bien lo que queda, ¿da para más?

Entre tanto y tanto voy a sentarme a esperar.

A que el espejo se incinere, que las luces de neón guíen.

Que iluminen en vano lo que ya no es.

Recorramos el bar del déspota por última vez,

como en la noche en que me abriste los ojos.

Aquella vez en que la calamidad nos colmó por primera vez.

Aquella vez que creímos ingenuamente en un Dios.

Y en su sano juicio. Aunque el nuestro en su ausencia brilló.

En aquel día que tomamos el tiempo y lo resquebrajamos.

Colonizando así uno y cada uno de nuestros martirios.

Y como cada época que sueña a la siguiente,

te abracé.

Y cuando detuviste todos los pulsos frente al vaivén,

te miré.

Y ahora que todo se disipa lejos de nuestro alcance,

te soñé.

Burbujas de neón

Cómo burbujas de neón,

que se deshacen en tortugas marinas.

Suponiendo lo que vendrá,

con un sol naciente en el lado más oscuro de la ciudad.

Eran cuestiones de afecto,

eran cuestiones de creer en algo.

Era todo odio, era todo amor.

Más sólo queda la voz condicionada por el amargo ardor.

Cicatrices que dibujan el mapa,

de aquellas raíces que han de ser arrancadas tiempo atrás.

Porque la inocencia fue el motor,

de todo lo que hoy son lagunas de terror.

Y el alma apretada nos exige una vez más,

dejarlo todo para volver a amar.

O será la eterna enfermedad, que no deja de perpetrar.

Abrazado a una libertad que no deja de menguar.

Entre días colmados de desidia,

entre calles sin nombre cubiertas de vahos ajenos.

Donde la reina está muerta,

donde el rey está muerto.

Por ahí, en tierras lejanas es que se encuentra,

el joven bailando alrededor de la fuente.

Por ahí, en dónde la tortuga marina nace es que se encuentra,

la joven riendo en las puertas del cementerio.

Y por acá nos encontramos nosotros,

rodeados de la más tierna melancolía.

Recorriendo desiertos de miseria,

entendiendo que no podemos tenerlo todo,

pero podes tenerme a mí.