Peligro y belleza: una entrevista a Mariana Enríquez
"Creo que el cuerpo es una trampa, la fuente del dolor y del placer, lo único que tenemos, un territorio muy peligroso y muy atractivo."
ENTREVISTAS
Gonzalo Selva
2/22/20227 min read
Por: Gonzalo Selva
2001. Valentín Alsina, como Sandro y 2 Minutos. Estudiante de la Licenciatura en Artes Audiovisuales de la Universidad Nacional de las Artes. Fundador de Revista Giros. El cine, Buenos Aires, los cafés, la música y lxs músicxs, el registro de las cosas, el siglo XX, Mariana Enriquez, “On The Road”, no mucho más.


Revista Giros: Te escuchaba decir en una entrevista con Seba De Caro que “no pensabas la literatura como algo que solo sucede en los libros”, y que “no podrías concebir cierta literatura tuya sin Spielberg”; y justamente el otro día pensaba que a veces tus libros me suenan más cercanos a Mueran Humanos o a My Own Private Idaho, que a, por darte un ejemplo, Horacio Quiroga. ¿Sentís que es una cuestión generacional esta comunicación o que, por el contrario, siempre hubo autores que estuvieron permeables a otras disciplinas artísticas?
Mariana Enríquez: Sí, creo que es generacional. Por un lado, cine, series, televisión, internet, música popular, ya ninguna de esas disciplinas es considerada menor salvo para personajes muy conservadores o con gustos muy definidos. Yo creo que los autores siempre estuvieron permeables a otras experiencias estéticas, quizá el teatro, la pintura, la música clásica hace cien años. Es normal que sean literaturas diferentes.
RG: Hay varios ejemplos en tus cuentos y novelas de tomar pedazos de la realidad y ficcionarlos (La mansión de los Bemberg, los cortes de luz de los 80’s). ¿Qué es lo que te sirve y/o interesa de hacer esa operación?
ME: Me parece que si hay elementos de la realidad que, ficcionalizados, son mejores que los puramente imaginativos, hay que usarlos. Además de que la experiencia y la posibilidad de ver y recordar me ayudan mucho. No creo en ningún tipo de literatura pura, que no contenga referencias variadas.
RG: Te escuché varias veces hablar de cómo, cuando salió Bajar es lo peor, los periodistas y críticos no podían entender cómo sabias tanto de drogas, noche, sexo gay, etc. y se me hace bastante difícil imaginarme algo así de salvaje y riesgoso en la literatura joven hoy. ¿Te parece que hay cosas verdaderamente incorrectas publicándose en Argentina en estos tiempos?
ME: Es difícil responder a eso sin tener todo el mapa de la literatura, pero creo que sí, sólo que quizá en editoriales como Alcohol y Fotocopias, que dirige Pat Pietrafesa, de Kumbia Queers.
Quizá también cambió lo riesgoso o quizá no esté tan presente como material para la literatura. Cuando yo escribí ese libro se leía a Hubert Selby Jr, Dennis Cooper, Kathy Acker, Burroughs. Eran plenos años del sida en Argentina. Creo que en cómic hay algunas cosas bastante salvajes, como lo que hace Gato Fernández, y en algún sentido el libro de Mariana Eva Pérez Diario de una princesa montonera es bastante salvaje porque derrumba discursos considerados intocables con humor y con rabia. César González me resulta riesgoso en su pensamiento también. Ioshua, aunque él murió, pero los libros no se mueren.
Hay, pero creo que las cosas cambiaron —mi libro también estaba bastante solo en aquel momento—.
RG: ¿Podríamos decir entonces que una de las formas de riesgo, tanto en la época de Bajar es lo peor como ahora, es animarse a derrumbar estos discursos intocables (y predominantes)? ¿Van variando los discursos, pero la actitud ante ellos es la misma?
ME: Sí. Creo que hoy una novela gay con drogas escrita por una chica no sería muy impactante ni derrumbaría demasiado. Hay otros discursos a derrumbar ahora, lo bienpensante, cierto discurso intocable sobre la memoria, por eso cito a Mariana Eva Pérez, que además lo hace con inteligencia, no como una provocadora tonta.
RG: Desde la mano en la oscuridad, el cuerpo (casi) perfecto de Juan, y el brazo mutilado de Adela en Nuestra parte de noche, hasta el fetiche en el cuento “¿Dónde estás corazón?”, casi siempre aparecen en tus obras personajes o problemáticas relacionadas al físico. ¿Hay alguna obsesión tuya con los cuerpos más allá del body horror? Si la hay, ¿podes rastrear su comienzo?
ME: Sí, pero no es mas allá del body horror, creo que el body horror es un género dentro del horror y en mi caso también es una sensibilidad. El rastreo más obvio creo que viene de la infancia: mi madre es médica y en esos años se mezclaban mis investigaciones en los libros de medicina con las lecturas mórbidas de las torturas. Toda intervención al cuerpo me parece un relato y una pesadilla; de hecho, las únicas películas que, por ejemplo, me dan pesadillas, son las de body horror (pienso en Antiviral de Brandon Cronenberg o Titane, la ganadora del último Cannes, o Evolution de Lucile Hadžihalilović. Clive Barker, por supuesto. Creo que el cuerpo es una trampa, la fuente del dolor y del placer, lo único que tenemos, un territorio muy peligroso y muy atractivo.
RG: ¿Te resultan interesantes entonces, a la hora de escribir, estos lugares donde se tocan dolor y placer, peligro y belleza? Pienso en las escenas de sexo de Juan en Nuestra Parte de Noche, sobre todo.
ME: Sí, creo que tiene que ver un poco con cierta influencia baudeleriana, el decadentismo francés y sus ideas sobre el cuerpo roto pero herido son muy importantes para mí. Y el rock, claro, donde también es central el peligro y la belleza. Una de mis bandas favoritas es Einstuerzende Neubauten, alemanes (Blixa Bargeld, el líder, fue guitarrista de Nick Cave) y uno de los lemas de la banda era No Beauty Without Danger (no hay belleza sin peligro)
RG: Me da la sensación de que Nuestra parte de noche es, de alguna manera, donde culmina todo ese cúmulo de obsesiones que se vienen gestando en tu obra de ficción desde Bajar es lo peor. ¿Sentís algo parecido? ¿Hay otras obsesiones que todavía no hayas explorado o en las cuales quieras profundizar aún más? Después de Nuestra parte de noche se publicó El otro lado, hubo una reedición de Alguien camina sobre tu tumba, y hace poco anunciaste un libro sobre Suede. ¿Tenes ya algo en mente en cuanto a ficción?
ME: Sí, es una especie de síntesis, quizá buscada. Afortunadamente tengo más obsesiones, ¡si no con qué escribo!, pero necesitaba expulsar muchas para limpiarme, es raro, pero así fue. Estoy pensando en una novela, estoy trabajando en el libro de Suede y acaba de salir El año de la rata en colaboración el ilustrador Jorge Alderete que no tiene casi nada que ver con mis obsesiones, fue entregarme a sus dibujos y tratar de conectar con ese imaginario para ponerle a cada ilustración pequeñas viñetas o historias, otra forma de limpieza quizá.
RG: Están muy presentes en tu literatura ciertos rituales/prácticas relacionadas al ocultismo, las religiones, lo sobrenatural. ¿Cuánto influye en vos, a la hora de encarar una obra, una tirada de tarot que te hayan hecho, una premonición, energías, posiciones de los astros, etc.?
ME: Nada. Para mí es ficción y una ficción que me parece bellísima estéticamente, pero no tiene que ver con lo que yo creo o dejo de creer, ni me sugestiona. Lo estudio porque me parece fascinante, pero no soy creyente. Tiro Tarot y entiendo que ahí funciona una intuición particular, pero no creo que sea paranormal, sencillamente creo que se tocan símbolos antiguos que pueden ser interpretados y asociados si uno tiene la antena de conexión bien orientada (a veces mis tiradas son tonterías, otras no. No lo hago seguido)
RG: Creo que se fue acrecentando este último tiempo la “Mariana Enríquez figura pública”, con gente encontrando en tus obsesiones las suyas, conociendo bandas porque las nombras en entrevistas; incluso creo que no sería nada descabellado —por lo menos para los fans— una colección de autores jóvenes curada por Mariana Enríquez, un ciclo de proyección de películas, un programa de medianoche. ¿Te divierte la figura del escritor como personaje externo a la literatura? ¿Tenes intención de cultivar cierto tipo de imagen pública o es algo que se desprende naturalmente de la obra?
ME: Creo que soy una persona bastante desvergonzada y no creo que, aunque me muestre mucho, se llegue a mi intimidad real porque esa no la muestro y la gente no sabe cuál es, lo administro bien. Lo que muestro es porque me divierte y todos los escritores que tienen cierta visibilidad tienen imagen pública, incluso los “reclusos” o, me atrevo a decir, mucho más los reclusos. ¡No creo tener tiempo para hacer ciclos de ese tipo! Que lo hagan los demás me parece divertido. Todos los fandoms me parecen bien excepto que ocurran locuras inaceptables, pero eso es bien raro.
RG: Hay en este último tiempo cierta reivindicación, tanto en el cine como en la literatura, del terror en donde los autores hacen explícitamente demandas sociales. ¿Qué futuro le ves a este tipo de terror? ¿Crees que el género puede convivir con este “prestigio” o que, por el contrario, debe correr nuevamente el límite y caminar por un terreno más desprestigiado?
ME: No creo que todo el terror haga demandas sociales. Si es cierto que con Stephen King se inauguró esa vía de una manera definitiva y mal no le va, digamos. Así que futuro claro, ya está establecido eso. Es un subgénero más diría. No creo que sea lo único que le da prestigio al género, pero en realidad, para ser sincera, no me importa mucho si el género tiene prestigio o no. Es muy popular y sobrevivió y sobrevivirá sin prestigio porque sencillamente gusta. El prestigio no es importante.
RG: Existe cierta tradición en el terror según la cual muchas veces el género tiene una lectura política (la dictadura, la violencia de género, etc.). También ocurre con otro género como el policial, en el sentido de que muchas veces se lo usa en clave de denuncia. ¿Te parece que es posible pensar un terror vaciado de contenido político, que hable sobre el género mismo?
ME: Sí, eso es Lovecraft que odiaba el realismo. O Poe, a quien solo le importaba su propia locura. Hay quien diría, como Houllebecq, que todo el terror de Lovecraft es el mestizaje de razas (de monstruos y hombres) y que el origen de eso es su racismo, es decir, la política. Y es verdad. Pero creo que cuando él escribió, siendo reaccionario como era, escribía lo que consideraba una fantasía horrible y despolitizada, en contra de la realidad. Por supuesto ese tipo de terror existió y seguirá existiendo, y está bueno que sea así. Las “lecturas” políticas que podés hacer son casi inevitables como en cualquier género.
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Giros nace a comienzos de 2021, cuando la primera etapa de una joven cuarentena ya había pasado y sólo quedaba la incertidumbre de ver el mundo desde nuestras pantallas, un mundo en el que todo tenía una fecha de vencimiento cada vez más corta. Con la convicción contraria de la inmediatez y a partir de las obras de artistas sin los contactos necesarios para participar en los grandes medios, Giros publica su primera edición en febrero de ese mismo año.
Fundada por Gonzalo Selva (estudiante de cine), a los pocos meses se incorporan al equipo Joaquín Montico Dipaul (oriundo de Ingeniero White) y Gala Semich Álvarez (Licenciada en Letras).
Después de un año y medio Giros construye una comunidad y brinda la posibilidad a escritores, periodistas, ilustradores, poetas, fotógrafos de publicar sus primeras (segundas, terceras y cuartas) obras.
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