Sorderas y Eufemismos

POESÍA

Malena Fangmann Florit

6/22/20221 min read

Vacilante.

La palabra trocó pantanos

por atriles de obras de arte.

El hombre no lo supo ver.

Según el mundo

y según el hombre del otro lado,

a secas, no lo quiso entender.

¿Acaso hay alguien que lleve citado

a su lápida el final cantado de la historia?

Las letras huyen y vuelven,

animadas por la escoria:

su propio remate

sin marco curativo ni teórico.

Sin algún rescate.

La lengua, delicada contra inestable,

puede ser una falacia.

Una mirada inefable,

una gota de la labia

de cualquier manifiesto.

El colibrí es, tanto como puede ser un gesto;

las hadas encantadas y reales.

Los cementerios silban al viento.

Mágicos portales

las ventanas abren y cierran,

más de la cuenta con que uno cuenta

en un día más que corriente.

Durmiente, titubeante en una silla,

puedo hacerte creer que sé

que tuve más de mil y una vidas.

Del otro lado de la esquina

creerías verme vehemente,

y que caí pintada como Alicia

al País de Las Maravillas.

Un cenicero a mano

es tanta tortura como caricia.

Una canilla que gotea pero no derrama

es una tortura.

Una hoja crujiente y fría

es el desvío radical a la risa que dura